La esencia como apelación del
autoritarismo al autoritarismo:
el discurso hipostático.
Apelar
a la naturaleza es apelar a lo fijo y
a lo variable finito o controlable. En ella, y a diferencia de la semilla, la sangre o la raíz, la esencia es más literaria, no meramente una
comprensión desplazada. La esencia es
un vacío como un dios que no responde cuando es interpelado: ha de llenarse, y
se llena del contenido de lo experimentado y de su emoción. Ello necesita de
una creencia previa: la de la individualidad.
Así, lo abstracto se ha concretado en un concepto; lo único separado pero accesible
y permeable: una mónada sociable. Tal
dialéctica de lo uno entre todos, supura
lo distinto: el tirano crece romántico e infantil.
Así,
apelar a la esencia es apelar a la salvación de un ámbito llamado yo. Donde el individuo sólo es una percepción, un flujo aquietado para un uso de
orden en el reconocimiento – constructo de la otredad–, aparece la aspiración al imperio del yo atenido a otro concepto: el de la mismidad. La mediada adhesión al reflejo crea la propiedad, y la propiedad
conlleva una responsabilidad. Ahí surge la salvación:
nada más propio que esas emociones que crean un marco. La esencia se acaba por limitar: yo
soy la esencia. En su fundación, el límite-yo-esencia
no es sinónimo de defensa: es la defensa misma.
Quien
apela a la esencia, así, apela al contra todo y todos que no sean esos sentimientos.
Se invita a la voracidad, a la competencia. Es el triunfo de la religión de la
individualidad personificada – Capitalismo, Cristianismo –: el ser humano individualizado
da contenido al dios y lo define. Es la religión del dios-yo cuando la esencia tiene
tantas definiciones como experiencias distintas le dan referencia.
Por
ello, teman a quien remita a la
esencia: es un sacerdote que apunta a
la responsabilidad de ustedes en relación a una idea no identificable sólo perceptible
en la convicción, la cual crea identidad o individuo. Y ustedes serán manipulables,
manufacturables, moldeables, pues algo que es porque se dice que es, puede ser cualquier cosa. Y ustedes serán
útiles de un propósito que creerán propio,
pero que depende de un plan previo.
Huyan de los rectores de la esencia: buscan su disolución en la uniformidad
de la militancia, de la feligresía. No les quieren diferentes o libres, pues la
libertad no cabe en el límite, a
menos que sea un concepto. Sólo quieren que crean en una diferencia o una libertad.
El
número de creyentes confirmará razón
al plan y la razón del plan organizará
su lógica. Latiranía del yo es ahora compartida en la común creencia
en la esencia: la comunidad se ha establecido,
la evidencia permea todo hábito. Lo autoritario tiene patente de corso.
Autoritarismo:
estructura de su fe.
—
La reproducción del texto de George C. de Lantenac se realiza con el expreso consentimiento del traductor de la obra Ensayo sobre la Muerte de Jesús de Nazareth, Albert Sans.