El consuelo.
Apenas víctima, pues la nuca no expuso a la cuchilla. Fueron la súplica y las monedas. Y fue un compromiso en su nombre cerrado. Después, la mujer tuvo un ruego y en una sonrisa desconocida fue aceptado: podría ocultar los cabellos bajo la capucha.
Escrupulosa, la mujer operaría el ingenio y acompañaría la postrera conciencia de las cabezas en el consuelo imposible de una caricia.
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© Protegido.
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