Una tragedia de Sófocles.
Es una tragedia de Sófocles. No hay elección de la acción de nacer; el hambre, ya nacido, sola, urge la permanencia y su perseverancia.
Además, en la estricta determinación aconteciente, no hay elección de la condición cuya manifestación última es dejar de respirar. Ni resignación o indocilidad en la imposible pasividad-actividad.
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