viernes, 20 de febrero de 2015

Burladero.

Febrero de 2015.

Ocho.


Burladero.

Propuesta II.

  Lo llamado Tauromaquia es un rencor. Y un reconocimiento o exposición, una prueba de la calaña cobarde, débil, de una estirpe humana que compensa por crueldad.

 Por dolor.

 Revela, descubre, una conciencia, una aceptación: la de un desamparo en un entorno de resistencia física admitida como arquetípicamente superior. En tal indefensión, lo llamado Tauromaquia es una exhibición de fuerza y su necesidad, cuya convicción ha sido hecha residir en la compensación por capacidad de ser artífice de justificaciones, de hacerlas prioritarias. Su razón hallada en su continuidad, en una persistencia.

  Como si se exorcizara una culpa.

  Imagen del por fin dominio aprehendida desde la imagen del ingenio en la finalidad embellecida por medios embellecidos: matar a cuchilla, embargados en música, de prendas coloridas ataviados. Afán de superación de la animalidad en una exacerbación, en un paroxismo, que ha llamado sublime. O arte. Justificación, legitimación, de la violencia por el complejo otorgador de derecho. Su orientación ajustada entonces a potencial humano. En coso, sobre arena, manifestación de pusilanimidad. Pero salvación en la comunidad, en la soledad acompañada.

  El cornúpeto animal, atacado, atacaría. Enfrentarlo, asentir la debilidad. El bípedo animal huyendo, pues, hallaría resguardo a su mínima resistencia física tras unas tablas en perpendicular al suelo erigidas. Burladero.

 Poder. Control. Fuerza.

 Abuso.

 Humillación proyectada.

 Daño regocijado.

 Burladero, metonimia para un Torturadero.

 Pero burladero del bípedo animal.