martes, 29 de octubre de 2019

La triste historia de una mujer que murió antes de poder enterrar a su madre, víctima del franquismo, y su estremecedor vídeo - El Plural.


La triste historia de una mujer que murió antes de poder enterrar a su madre, víctima del franquismo, y su estremecedor vídeo - El Plural.

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https://www.elplural.com/sociedad/triste-historia-mujer-victima-franquismo_226587102

sábado, 26 de octubre de 2019

Esto no lo pudiste dictar. Imaginen ... LXIX.

 Imaginen estas últimas palabras en una orden por escrito dejada:

 Así, pasados casi cuarenta y cuatro años de mi defunción e inhumación, mi cadáver se desenterrará y trasladará a la santa tierra de reposo sita en la madrileña localidad de Mingorrubio. A este fin, se hará uso del medio de transporte más pertinente a tan noble fin y ...

Imaginen sólo: esto no lo pudo dictar.

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joaquinplana.wordpress.com


lunes, 30 de septiembre de 2019

Hakim Iqbal - The Circle of Fire.


The Circle of Fire - Book of Prayers.


The Circle of Fire (  Book of Prayers ), by Hakim Iqbal, is the first English translation of this book originally written in Urdu.

Edition and Translation: Joaquín C. Plana.

Free and safe download:

https://www.bubok.com/books/206884/The-Circle-of-Fire--Book-of-Prayers

http://www.lulu.com/shop/joaqu%C3%ADn-c-plana-and-hakim-iqbal/the-circle-of-fire-book-of-prayers/ebook/product-24263707.html





viernes, 20 de septiembre de 2019

Memento mori.

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 Es un reconocimiento. El reloj. Veinticinco años. Son los años contados los eslabones. Es el reloj que os ha entregado el grillete. Y el trofeo. Pues es su triunfo el que os ha lanzado a la cara y ha mentido regalo. El tiempo ha sido vuestro regalo. Vosotros habéis entregado. Grillete o trofeo que no importa que ahora ajustéis a la muñeca: ya ha sido ajustado. Ha sido su poder; ha sido demiurgo porque le habéis dejado el mapa celeste para que trace vuestras constelaciones. Para que - finalidad cedida -. Es un reconocimiento: mi tiempo ha sido tuyo, tu tiempo ha sido mío. No hay alcohol que difiera este juicio. 
 Miraos. Grises. Uniformemente grises; aunque cada vez seáis menos. Situados por encima del demiurgo; pero por detrás de él. Ficción de bondad de pirámide invertida. Algunos la conocéis. Esta imagen. Y hace varias fotos que no aparecéis. Más atrás, acaso. Esos algunos podrían creer que así niegan o rechazan; una dialéctica poco hábil establecería que es sólo afirmación lo que actuáis.
 Ni el lecho de muerte os pertenecerá. La protesta no os lo va a entregar ya. Vuestro lecho de muerte es suyo; quienes tal vez ya casi idos comiencen a añoraros, le mirarán a él, aunque no lo sepan. Porque no lo sabrán. Llorarán, seguro. Pero no por quien podría haber albergado la carne, sino por quien se reencarnó en vuestro tiempo. Aunque no lo sepan. Porque no lo sabrán. Quien allí percibirá la luz última será un ser en un lecho de muerte ajeno, mas sentido propio.
 Triunfo.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Joachim Schwabing - Acunar los crujidos.


Nueva obra de Joachim Schwabing: Acunar los crujidos.



El autor la ofrece de forma gratuita en los siguientes enlaces:

https://espanol.free-ebooks.net/ebook/Acunar-los-crujidos

https://www.bubok.es/libros/260943/Acunar-los-crujidos

joaquinplana.wordpress.com


sábado, 27 de julio de 2019

Joachim Schwabing - Eikasia.


Eikasia.

 La piedra, la roca, concebía constante el rumor; los haces de luz se ordenaban en él, ordenando los muros a su vez. 
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© Protegido.

domingo, 21 de julio de 2019

Joachim Schwabing - El legado.



El legado.


El hombre ocupaba un breve espacio en el inicio del corredor, tras él la escalera que allí le encaminara. Observaba el muro al fondo, las paredes y sus puertas; éstas se abrían para dar paso a quienes, tras cruzar el corredor, otras puertas abrían y cerraban.

El hombre se dirigió a una de las puertas que acababa de cerrarse y en su medida halló los trazos y los colores que la dibujaban y pintaban sobre la pared. Mientras se alejaba para alcanzar otra puerta que se había abierto y cerrado, la puerta dibujada y pintada sobre la pared dejó de estarlo para permitir de nuevo el paso. Ya junto a la segunda puerta, también sólo halló trazo y color.

El hombre retrocedió hasta el lugar que antes ocupara y observó las puertas. No podía llamar en su madera, vuelta cemento en su proximidad. Y no podía hablar con quienes salían desde las puertas porque no podía llamar en ellas.

El hombre se giró y, tras descender por la escalera, salió del edificio.

Volvería, no obstante.

Fue así que comenzó a poder recordar los rostros que aparecían en el corredor y que pudo fijar un patrón de apariciones y desapariciones. Fue así que halló en el patrón el plano de su inaccesibilidad.

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© Protegido.


miércoles, 22 de mayo de 2019

Joachim Schwabing - Sintaxis.



Sintaxis.

 Un hombre esperaba en la habitación contigua, junto a la ventana sentado, apenas sin contenido la taza en su mano. Ella no se apresuraba en otra habitación. Llegaron juntos. La mujer dejó escritos los textos sobre la pared antes de salir al encuentro, sobre el alféizar sus libros. 

 Un tamiz previo no había considerado textos con pronombres. La tarea continuaba examinando las transcripciones para eliminar, primero, preposiciones y artículos y después, tras leer el nuevo conjunto, los adverbios. El método ordenaba entonces relacionar los sustantivos de cada texto y los adjetivos y los verbos de los demás textos, y encontrar vínculos de significación verosímiles, familiares, haciendo uso de preposiciones y artículos pero de las conjunciones ya presentes en los textos. Las combinaciones habían de producir al menos un texto inédito y, de ser así, la tarea acababa. Sin embargo, si más de un texto inédito era producido, el método ordenaba la composición de cuantos hubiera en uno solo, reemplazando o eliminando preposiciones y artículos, pero eliminando las conjunciones; si el estado de la tarea no mostraba aún asociaciones admisibles, el método permitía la eliminación, no el reemplazo, de sustantivos, adjetivos y verbos. Finalmente, el texto final tenía que determinar la justificación de un acto.

 La mujer acabó la tarea y salió de la habitación para reunirse con el hombre. En el corredor iluminado, frente a ella, aquél a quien dejara esperando cerraba febril un puño alrededor de la culata de un revólver, no muy diferente del que ella sostenía en la mano.

 Otra tarea había observado el hombre, otra sintaxis.

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© Protegido.



domingo, 28 de abril de 2019

Purdah.



 Imaginen una empresa. Imaginen una reunión en una sala del edificio que la representara. Imaginen que, tras tomar asiento, quienes allí hubieran sido convocados y convocadas procedieran a silenciar sus dispositivos telefónicos para así anular cualquier posible perturbación. Imaginen ahora que, tras ello, quienes allí estuvieran, procedieran a introducir sus dispositivos telefónicos en bolsillos o carteras o bolsos por el tiempo que la reunión fuera a durar.

 Mas imaginen que una de las asistentes a la reunión no hiciera acto de ese último paso - probablemente anunciado - y depositara el dispositivo telefónico sobre la mesa que marcaría el centro de la sala. Y más: imaginen que el dispositivo telefónico no hubiera sido tan sólo silenciado - como probablemente hubiera anunciado - sino que la aplicación Grabadora de voz hubiera sido activada para secretamente registrar las palabras, las intervenciones de la personas allí congregadas.

 Imaginen a la mujer asistente desconcertada en el transcurso de la reunión ante los contenidos y las opiniones expresadas y ante las decisiones y las conclusiones resueltas; desconcertada en el contraste con lo defendido en el libro de estilo de la empresa. Libro de estilo que sería público. Imagínenla descubriendo que habría otro libro de estilo, privado, que sería la esencia del libro público. Y que la lealtad al libro público ha de pasar primero por la lealtad al libro privado. 

 Imaginen finalmente a la mujer que habría asistido a la reunión observando señaladamente el dispositivo telefónico ante sí, ..., en él gestándose los archivos sonoros como en una víspera de alumbramiento.

 Como en una víspera de Revelación.        



jueves, 28 de marzo de 2019

George C. de Lantenac - Un barco en un jardín.


Un barco en un jardín.


Las instituciones sustentadas con capital privado que rechazan una evaluación externa de la organización de sus programas se mienten objetividad en la subjetividad retroalimentada que llama libertad a lo arbitrario no contrastado. Es un estado absoluto cuyo principio es una oposición en la forma de una negación de verosimilitud a otras lógicas. La ausencia de reconocimiento de una relación positiva dialéctica - dialéctica ciega -, la imposibilidad de principio de ser cuestionadas, tiene la consecuencia de apuntalar la razón de la objetividad ficticia de las instituciones.

La dialéctica ciega y autocomplaciente es un barco construido para decorar un jardín. No sabe del mar y de sus olas, mas su artesano ha imaginado los elementos sólo para crearlo altivo a su respecto. De ellos vencedor siempre. La convicción literaria, su fe, no sabe ceder.


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La reproducción del texto de George C. de Lantenac se realiza con el expreso consentimiento del traductor de la obra Ensayo sobre la Muerte de Jesús de Nazareth, Albert Sans.

sábado, 23 de febrero de 2019

Joachim Schwabing - Historia de la Literatura.



Historia de la Literatura.


 Observado desde fuera. Descripción.

 El caserón se izaba en el extremo más iluminado del pasaje, no lejos de la escarpada caída. Las arboledas desatendidas acuciaban sus greñas en el intento vanidoso, mas fallido, de la sola atención. Tablones resquebrajados y rectificados, por la humedad sucios, parecían cegar ventanales y puertas. Sólo la entrada principal había permanecido sin cubrir; el hierro que creaba los batientes se mancillaba en una carnosa cadena cruzada cuya percusión desconocida heriría el color como un rocío regular. Una escalinata suficientemente despojada de losetas derrumbaba cualquier pretensión de aproximación; por encima, el tejado inclinado manejaba la sinonimia desiderativa de la escalinata.

 Descripción y tedio.

 Quien hasta allí llegara dejó de escribir y, permaneciendo sentado sobre la tierra, guardó el pliego de papeles que había estado usando. Observaba la fachada del caserón y desescribía el texto que mórbido hallaba. La descripción mentía y negaba adecuación a un tiempo.

 Al borde del acantilado, al final del sendero, amenazaba la presencia de la mansión. Imposible la ocultación tras el bosquecillo seco. Observando la construcción, se destacaban las maltratadas tablas que ocultaban todas las entradas y salidas; excepto una, la del portón frontal, ofensivamente sujeta por los gruesos eslabones de una decisión que despellejaba su color primero. Pero antes de ella, la breve escalera desnudada de sus baldosas; después y arriba, la cubierta también rechazaba la atracción.

 Desescribía. Pero la aprensión de no haber escrito en primer término y la de la correspondencia de los textos. También podía en otra correspondencia desescribirse el último escrito.

 Sobre las rocas y el mar, a través de las pestañas escuetamente frondosas del bosque, desvalidas miraban las ventanas de la casona. Sola, la entrada se aherrojaba ante los profanadores de soledad. Ya el suelo de los peldaños los impugnaba, igualmente amenazantes los visibles techos. 

 Este texto desescribía al anterior. Y al anterior. Mas todos se desescribían entre sí porque todos lo hacían ya mientras se producían, percibida su noticia en una pausa, en su recelo o sospecha. Así, los textos estaban desescritos. Quien recibiera cualquiera de ellos lo desescribiría a su vez, en la producción que la recepción distrae en cristalización; ésta lo fijaría y lo haría rotar en el eje de una acumulación que la metáfora llama raíz o memoria, y cuya pobreza u orientación sustituiría propiamente el texto desescrito recibido, sin renovarlo. Pues todo texto es siempre nuevo.

 Este texto desescribía al anterior. Y al anterior. Mas todos se desescribían entre sí porque todos lo hacían ya mientras se producían, percibida su noticia en una pausa, en su recelo o sospecha. Así, los textos estaban desescritos. Quien recibiera cualquiera de ellos lo desescribiría a su vez, en la producción que la recepción distrae en cristalización; ésta lo fijaría y lo haría rotar en el eje de una acumulación que la metáfora llama raíz o memoria, y cuya pobreza u orientación sustituiría propiamente el texto desescrito recibido, sin renovarlo. Pues todo texto es siempre nuevo. 

 Este texto peleaba ahora su propio cristal. La transparencia era abrumadora en su incapacidad de atrapar los haces de luz aunque hábil se mostrara para convocarlos en una desviación absoluta. La certeza entonces de habitar una luz y de producir él un cristal para estar inmerso en ella. Como una aspiración confirmadora – confesadora – de derrota cuyo contento es, solo, una victoria.

 Quien permanecía sobre la tierra observando la fachada de aquella construcción en madera hallaba que el texto es un cálculo de todo cuanto no puede afirmarse, que lo labrado propone acabamiento, que la decisión se revela imposible entre los haces de la selección, que lo labrado y su fijeza invitan la urdimbre de la decisión. Que no hay resultado tal, que la generación es la constante. Que la trascendencia de la grafía es el asidero de la ausencia de intervención.

 Sufrían los ramas las ráfagas salinas que el precipicio ascendían acosando la pérdida de la alta casa de madera cuyos accesos obtusos no libraban al principal de un candado como un cruz; los pasos que hasta él subían, el alero que restaba, disuasores mostraban sus escamas sembradas cerca del camino.

 Fue el horror en la arquitectura. Un muerto como un héroe.

 Que el cristal es todo lo que se tiene.

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© Protegido.

viernes, 15 de febrero de 2019

Joaquín C. Plana - La ingenuidad de Galileo.



La ingenuidad de Galileo.


Galileo escribió:


´ Sería como si un déspota absoluto, no siendo ni médico ni arquitecto, pero sabiéndose libre para ordenar, decidiera administrar medicamentos y erigir edificios según su capricho – con gran peligro para las vidas de sus pobres pacientes y la rápida ruina de sus edificios – ´.

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 Imaginen una empresa. A su director. Que éste no estuviera cualificado para la producción de un artículo que se comprometería a elaborar y que no lo elaborara. Pero que, haciendo uso de la esperanza ajena – cuya forma contante es la inversión económica –, fuera convincente que el artículo prometido podría elaborarse. Mientras que el artículo a elaborar habrá de ser otro.

  - Pueden pasar a recogerlo.

 Y no se diría otro a los ojos de la esperanzada clientela, convencida y satisfecha en la sola entrega, en seda y brillo envuelta. La inversión ha sido exitosa.

 Es la esperanza la que hace certidumbre de la ilusión del éxito. La que obvia la ilusión. Aquel director lo sabría: los espectros se reconocen entre ellos, sólo hay que orientar la percepción. Se evita la responsabilidad así: cómo culpar a una visión, cómo probar lo inductivo.

 Ingenuidad de Galileo.

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© Joaquín César Plana Alcaraz.

Joachim Schwabing - Metástasis de la metáfora.




Metástasis de la metáfora.

 Resonó el timbre del teléfono en el salón principal y descendió por las escaleras hasta él. Levantó el auricular, saludó y esperó. La familiaridad del sonido de la voz condujo pronto la identificación de que era su propia voz. Pronto también identificó como suyo el contenido que la voz canalizaba.

 El solo habitante del caserón destruyó el teléfono, retiró los cables que lo conectaban, cegó ventanas y puertas y se dispuso al hambre que lo consumió rodeado de voces.





© Protegido.